lunes, 9 de enero de 2017

La misión de superar el estéril discurso de centro.

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La misión de superar el estéril discurso de centro

Todos queremos un país más justo y democrático, que la ciudadanía tenga mejor salud, educación, previsión, etc. Decir aquello es apuntar lo que cualquier persona desearía tanto para sí misma como la sociedad en la que está inserta. La estrategia en la política de campaña exige que los discursos se planifiquen pues se busca llegar a cierto sector de votantes donde se podría generar adhesión en el período electoral, lo que además entrega una orientación del tenor de lo que podría ser un posible gobierno de cierto sector. No cabe duda que Chile es un país en que las elecciones en las últimas décadas se ganan en el llamado -centro político-, fenómeno que se origina luego de una extensa y cruel dictadura cívico-militar con un posterior período de una sui generis democracia protegida que poco y nada hizo para reconectar la disociación entre el poder político y la voluntad popular. El anterior sistema binominal fue diseñado con la intención de que fuese casi imposible generar profundos cambios en la política que se intencionó durante la dictadura basada en su constitución de 1980, provocando que la ciudadanía piense que esté quién esté en el gobierno todo seguirá igual. Pero a partir del despertar social del año 2006 las exigencias cambiaron, no sólo en demandas de garantías en derechos sociales e igualdad de oportunidades, sino también en mayor transparencia y ética en el ejercicio de la política. Uno espera en el 2017, luego de extensas luchas sociales y vergonzosos casos de corrupción en todo el espectro político, que las propuestas de los candidatos presidenciales den luces concretas para resolver estas materias. Demandas como el fin de las AFP o la eliminación de la segregación económica en educación esperan propuestas claras sin medias tintas. Manifestar "queremos un sistema de pensiones digno y solidario" no dice nada en concreto, es sólo una declaración de buenas intenciones que apuntan al centro aquel que generó la dictadura y los inocuos gobiernos de la transición. Acá podemos encontrar a los precandidatos -de centro-, Piñera y Guillier, que sobreviven y se mantienen en las encuestas a punta de amplios discursos que invitan a un Chile mejor mediante cuestiones obvias como un mayor crecimiento económico o un sistema de salud digno con más hospitales y médicos (¿quién no querría eso?). Mas no todos están en esta situación. Podemos ver a la extrema derecha representada por la UDI, volver a sus raíces conservadoras más duras en el discurso mediante su actual presidenta Jacqueline van Rysselberghe, que sin ningún pudor buscan recolectar los resabios civiles de la dictadura militar que aseguran una votación mínima para mantenerse vivos y vigentes en las lidies políticas. Por otra parte, podemos ver que las respuestas claras a las demandas sociales se encuentran en los partidos y movimientos de izquierda que hoy hacen el esfuerzo de conformarse en el llamado frente amplio. Acabar con las AFP, con el lucro en la educación, la salud de mercado y su integración vertical, fortalecer el sindicalismo y cambiar la constitución de la dictadura mediante una asamblea constituyente son partes de las consignas comunes. Pero éstas tienen un problema, no logran convocar votantes a las urnas hasta el momento. Es por ello la necesidad de trabajar en bloque dentro un marco de acuerdo programático y de definiciones democráticas, pues sólo la unidad y la madurez darán la posibilidad de construir el tercer tercio político que hoy carece nuestro país, la izquierda propiamente tal. El o los candidatos presidenciales de éste nuevo bloque tendrán la tarea de posicionar un relato ciudadano, verde, de izquierda y progresista acorde con las necesidades y realidad del siglo XXI, sin tentarse en caer en un discurso ambiguo carente de definiciones claras respecto a las transformaciones estructurales que demanda la ciudadanía movilizada. Llegó el momento de diferenciarse de ese resabio temeroso del centro insípido, pues los tiempos y las necesidades de cambio no dan para otra cosa, pero habrá que ver cómo se logra traducir tal discurso en votos en estas próximas elecciones y ello en gran medida dependerá de la experiencia, poder de convocatoria electoral y capacidad de lucha que tengan los líderes del tercer bloque en formación.


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Francisco Córdova Echeverria
Coordinador Nacional Programático
Partido País -Siempre por Chile-




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