La ignorancia de la sociedad es fundamental
para controlar la voluntad de la misma. Así como se engaña fácilmente a un
niño, se puede engañara a un adulto si lo mantenemos sometido al pensamiento
superficial. Es por ello que hoy, frente a tanta ambigüedad, se hace necesario detenerse
a reflexionar sobre qué valores vamos a construir la nueva comunidad humana.
Comenzaré este reflexión asumiendo que los
humanos vivimos en comunidades humanas. Para poder vivir en comunidad con otros,
tendremos un conflicto de intereses personales frente a los intereses de los
demás. Este choque de voluntades ha sido tema de análisis y discusión por siglos
para los pensadores. Aristóteles hace unos 2400 años atrás, definió al humano
como un “animal político” que sólo se
puede realizar en sociedad y que posee la necesidad de vivir con otras personas.
Hobbes en su libro Leviatán, asume que el ser humano es el “lobo del propio hombre” y que vive en
comunidad para evitar devorarse entre pares. Por otra parte tenemos a Rousseau
que expone en su libro El Contrato Social, que “El hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado”, además
desarrolla la tesis que el hombre no es sociable por naturaleza y que sus
necesidades lo llevan a unirse con otros, donde el desarrollo de la moralidad y
la ética mediante la razón y la voluntad
general son fundamentales para construir las reglas de conductas que
permitan esta convivencia. En lo contemporáneo es fundamental referirse a
Norberto Bobbio y sus análisis de la libertad, que caracteriza en tres tipos,
la Libertad Liberal, Autonomía y Libertad Positiva. La Libertad Liberal
consiste en “la facultad de
realizar o no ciertas acciones sin ser impedido por los demás, por la sociedad
como un todo orgánico o, más sencillamente, por el poder estatal”, la Autonomía
sería no tener leyes, sino darse leyes a sí mismo, es el “poder de no obedecer otras
normas que las que me he impuesto a mí mismo”, esto eso sí, no impide que el
ser humano participe de la construcción de las normas que regularán la sociedad
(lo que es algo contradictorio), y la Libertad Positiva que comprende la “capacidad jurídica y material de concretar
las posibilidades abstractas garantizadas por las constituciones liberales” aquí
la libertad impone que todo ser humano debe “poseer en propiedad o como parte
de una propiedad colectiva los bienes suficientes para gozar de una vida digna”.
Como
podemos ver, la construcción de una sociedad, sus reglas y normas, está relacionada
con la voluntad y la razón de las personas que conforman esa comunidad.
Saltándonos las tiranías (hoy llamadas dictaduras) y las monarquías, la
construcción de una república democrática se basaría en la capacidad de sus
miembros de decidir, participativamente, sobre cómo queremos que sean el
ordenamiento y reglas que tendremos como sociedad para coexistir. Para ello se
hace fundamental decidir un ordenamiento valórico sobre el cual construiremos
las normas. Las revoluciones de emancipación de las colonias de los imperios
del siglo XVIII y XIX tienen justamente que ver con ello, principios como la
libertad, la igualdad y la fraternidad fueron los pilares éticos que
contrastaron con los principios de las tiranías monárquicas. Es importante mencionar,
que es en este proceso histórico donde nacen los conceptos de “izquierda” y de “derecha”,
puesto que en el proceso de la Asamblea Constituyente en Francia de 1792, los
conservadores a favor de un gobierno ligado a la monarquía (Girondinos) se
sentaron a la derecha del rey Luis XVI y los que se sentaron a la izquierda del
rey estaban a favor de una república gobernada por la voluntad del pueblo
(Jacobinos). Al centro del rey se sentaron los “del llano” que eran imparciales
y son lo que hoy se denomina el “centro”.
En
resumen, son los principios y valores, sus definiciones y alcances, los que
determinan en definitiva la voluntad humana de construir o destruir un tipo de
ordenamiento social. A este conjunto de valores, principios y definiciones
podremos llamarles Ideología. Estas
ideologías fueron tomando diferentes formas a medida que las personas fueran
construyendo en conjunto proyectos para la construcción social de acuerdo a los
contextos y la época, pues el concepto de liberal en lo moral no es lo mismo
que ser liberal en lo económico, es más, por lo general un liberal en lo
económico es un conservador en lo moral. En nuestro país durante el siglo XIX
se formaron bloques políticos en base a sus diferencias sobre la construcción del
Estado, “pipiolos” se le llamó a los no conservadores y “pelucones” a los
defensores del orden imperante.
La
revolución industrial y las nuevas tecnologías de comunicación y transporte,
provocaron cambios profundos en la forma de vida del ser humano, y también
generaron tensiones en las relaciones de los individuos, lo que desencadenó
modificaciones valóricas, éticas y por ende políticas entorno a la producción, economía y el mercado. Estas nuevas relaciones
son de clases sociales. Marx, filósofo alemán, junto a Hegel, desarrollan el
manifiesto comunista y presentan una línea política en donde desarrollan la
tesis que la historia se mueve por una constante lucha de clases entre
explotados y explotadores, o entre los dueños del capital y la clase
trabajadora.
Acá
nuevamente vivimos un proceso de antagonismo ideológico, que vuelve a utilizar
los conceptos de derecha e izquierda, pero ya no en base a si gobierna el
pueblo o el rey, sino en base a quién es el dueño de los medios de producción y
quién controla el mercado. Las revoluciones sociales comunistas durante el siglo XX marcaron una polarización
mundial sobre este fenómeno del aumento de la riqueza y del poder (de control)
que ésta genera en el globo. Luego de la segunda guerra mundial, los imperios
ideológicos del Capitalismo y el
Comunismo se vieron envueltos en una serie tensiones y conflictos que se
resumieron en dictaduras de ambos bandos, que poco tuvieron que ver con la
dignidad humana, sino más bien sobre quién controlaba el mundo y los
privilegios del desarrollo del mundo moderno.
Los
proyectos socialistas fracasaron, más por forma que por fondo, puesto que las
injusticias sociales de obreros y campesinos fueron una realidad innegable y
brutal. A pesar de que la “izquierda” no logra dominar el modelo
socio-económico, si logra colocar en la construcción de las nuevas
constituciones de los Estados, principios y valores que antes no estaban
incluidos en las reglas de la sociedad. Nacen los derechos sociales, como son
el derecho a la salud y a la educación, al trabajo, a la vivienda, etc. La
sociedad asume que debe entregar condiciones mínimas a los que pertenecer a
ella, pero al mismo tiempo, se le exige al “ciudadano” que debe someterse a las
reglas de la comunidad y que además debe aportar con su trabajo e impuestos
para sostener el bien común.
Todas
estas ideologías se distribuyen en los denominados partidos políticos, que se
forman por individuos que comparten un proyecto de construcción social, los
cuales son los que tienen el reconocimiento constitucional de ser los
organismos que representan los intereses de los diferentes sectores de la
sociedad. Cada partido tiene sus bases ideológicas particulares, pero por lo
general encuentran puntos en común que les permite trabajar en conjunto, o en
bloques que, según contexto y la perspectiva, podrían definirse como bloques de
izquierda o bloques de derecha, pero esto no significa rigidez valórica o
absoluta incompatibilidad. Más bien es una definición que propende a hacer
generalizaciones y que se presta para confusiones en las personas que poco
informadas. Algo similar expone Norberto
Bobbio (“Derecha e Izquierda, Razones y
significados de una distinción política”. 1995)
“Los
dos conceptos «derecha» e «izquierda» no son conceptos absolutos. Son conceptos
relativos. No son conceptos substantivos y ontológicos. No son calidades
intrínsecas del universo político.
Son
lugares del «espacio político». Representan una determinada topología política,
que no tiene nada que ver con la ontología política: «No se es de derecha o de
izquierda, en el mismo sentido en que se dice que se es –comunista", o
"liberal" o "católico». En otros términos, derecha e izquierda
no son palabras que designen contenidos fijados de una vez para siempre. Pueden
designar diferentes contenidos según los tiempos y las situaciones. Revelli
pone el ejemplo del trasvase de la izquierda del siglo XIX desde el movimiento
liberal al democrático y al socialista. Lo que es de izquierda lo es con respecto
a lo que es de derecha. El hecho de que derecha e izquierda representen una
oposición quiere decir simplemente que no se puede ser al mismo tiempo de derecha
y de izquierda. Pero no quiere decir nada sobre el contenido de las dos partes
contrapuestas. La oposición permanece, aunque los contenidos de los dos
opuestos puedan cambiar. “
Hoy
en día, las ideologías se encuentran en entredicho, incluso se llega a afirmar
que han muerto y estamos en una época donde lo técnico supera lo ideológico.
Esto es una gran mentira que tiene un trasfondo estratégico, que busca la
pérdida de la capacidad de la persona humana de comprender y por ende de
cuestionar el actual ordenamiento de la comunidad. La confusión entre lo que es
ser de derecha o ser de izquierda, se produce porque hoy, partidos que eran de “izquierda”
tienen discursos y conductas que eran propios de los partidos de “derecha”, y
estos últimos, también han sufrido mutaciones en sus actos o discursos hacia la
tendencia contraria. Hoy gente con valores de izquierda (según lo que opinan y
hacen) se dicen ser de derecha y gente que tiene conductas propias de un
conservador se dice ser de izquierda ¿Quién gana con esta confusión? Los dueños
del capital, los “plutócratas”.
No
cabe duda que ser de izquierda y ser de derecha hoy no dice mucho de alguien, y
se hace necesario explicar qué es para uno ser de derecha o ser de izquierda.
Proceso fatigoso y hasta inútil muchas veces, pues al final son conceptos que
requieren una contextualización histórica, una explicación ideológica y hasta
muchas veces el manejo de una teoría económica. Al final, esta bipolaridad
política es un ente que conlleva una gran carga “creencias” livianas que
mantiene la discusión política en concepciones anacrónicas, inútiles y que no
permiten visualizar los problemas reales que hoy afectan a la comunidad humana.
El
neoliberalismo es una cultura
capitalista que se centra en la confusión de conceptos y en la distracción
materialista de la población para mantener un sistema que garantiza privilegios
y el control global en un grupo muy reducido de personas.
Para
contrarrestar esta estrategia de confusión y de superficialidad cognitiva (del
uso de la razón) es necesario convocar a las personas a que expongan primero
sus ideales, sus valores y sus principios a flote, luego debemos preguntarles
qué tipo de sociedad les gustaría que existiera y por último pedirles que hagan
una comparación entres su sociedad ideal y valores y lo que hoy tenemos. No
será muy difícil que la gran mayoría sienta que algo no anda bien.
Es
por esto que se hace necesario replantearnos ¿Qué es ser de derecha hoy y qué
es ser de izquierda hoy? Desde mi punto de vista, los que estamos en contra de
los principios que sustentan hoy el neoliberalismo conformamos la izquierda del
siglo XXI, es decir, los que buscamos la solidaridad por sobre la avaricia
(acumulación excesiva del capital), la cooperación por sobre la competencia, la
igualdad de derechos frente a los privilegios, a la diversidad por sobre la
uniformidad, a la libertad de culto y de pensamiento por sobre la imposición
moral e ideológica, a los que buscamos un desarrollo más sustentable y menos
depredador (aunque demore los avances), a los que buscamos colocar la dignidad
humana al centro del desarrollo y no el poder material, etc.
Es
hora de definiciones.
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