Primero fue la casa de Tauro con
el dios canaanita “EL” que se simbolizaba mediante un toro, luego vivimos en la
casa de Aries donde el carnero asumió como figura de viarios dioses. Para el
año 0 estábamos en la casa de Piscis por ende el símbolo del dios impuesto por Constantino
era un pez. Hoy como humanidad estamos en Acuario pero lejos de tener a las
jóvenes con los jarrones con agua pegados en la parte trasera de los autos,
pues hoy las religiones, en las sociedades más educadas, se sustentan más en la
costumbre que en los misterios y la amenaza del infierno.
Sin ánimos de criticar la fe, es
importante detenerse a analizar la crisis de la religión en los sectores con
más educación y el paradójico crecimiento que estas tienen en los sectores de
mayor pobreza y por ende de mayor ignorancia. Muchos exponen que los
drogadictos se sanan de su adicción al conocer a Dios, pero como bien dice una
amiga socióloga Pierina Rondanelli, “se sanan de una droga para consumir otra”.
Pero no sólo son los más pobres
los que usan a Dios para satisfacer sus necesidades de evasión de realidad, personas
de los sectores más adinerados justifican su riqueza y la pobreza también
mediante la fe. Es cosa de leer algunos comentarios de José María Escrivá de
Balaguer, fundador del Opus Dei, para comprender que la riqueza y la pobreza
tienen un carácter de designio divino más que socio-polítco.
Como bien dice Alessandra
Bartolotti, en el libro Mitología Griega y Romana, el ser humano tiende a “interpretar
las fuerzas que inciden directamente en su vida y que no puede controlar y a
creer en fuerzas superiores que personifica en dioses y hérores”, y por lo
mismo hoy para muchos creer es un acto más cultural-tradicional que de fe, pues
los misterios básicos de hace 2000 años hoy están resueltos por la ciencia y
los que quedan son más que nada filosóficos (el sentido de la vida) o
metafísicos (por ejemplo el alma). No cabe duda, a medida que avanza la razón
humana las religiones retroceden en poder.
No es necesario comentar la lucha
histórica que ha dado el cristianismo en contra de la ciencia. En la actualidad
existen aún “tirones de orejas” para científicos connotados como Stephen Hawking,
que obtuvo un llamada de atención por parte del Vaticano por adentrarse
demasiado en el origen del universo. Quizás no es el mismo castigo que le
ofrecieron a Galileo, pero es el mismo gesto, evitar romper con el poder de la
ignorancia.
Quizás sea importante concentrarnos
en esta nueva era astral en el nuevo Dios, que poco tiene que ver con los
misterios, sino con la ideología del consumismo y del individualismo. El Neoliberalismo,
manifestación fundamentalista y cultural del capitalismo, hoy es el nuevo manda
más, pues el dinero y las cosas son el centro de obsesión y el sentido de vida
para muchos. El Dios Dinero ha logrado romper con todas las creencias
religiosas en países que adoptan su modelo, cambiamos las catedrales por
centros comerciales y en vez de crucifijos llevamos tarjetas en las billeteras.
Vayan a ver un templo un domingo y vayan a ver un mall, verán dónde está la
gente, y si quiere hágalo en semana santa, que más que nada es hoy una muy
buena mini vacación para la mayoría de la población.
Hoy no me preocupan mucho las
antiguas religiones, pues sólo quedan algunos brazos políticos en el parlamento
que con el tiempo irán perdiendo fuerza, más me preocupa el neoliberalismo y su
hijo Don Dinero que en la tierra es “poderoso caballero” como decía el poeta
Francisco de Quevedo para el 1600.
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