“El niño es pequeño y
encierra al hombre; el cerebro es estrecho y abriga el pensamiento, el ojo no
es más que un puntito y abarca leguas”
(Alejandro Dumas en “La dama de las camelias”)
Evidente es que vivimos en una sociedad donde el individualismo es
imperante, y cómo no, si el motor del desarrollo es la competencia (vencer a
los demás) y la imagen de la felicidad viste de bienes-cosas y exclusividad. El
snobismo es una tendencia
transversal, todos desean tener, poseer o vivir una experiencia de la clase
social superior, donde radicaría el éxito y por ende la felicidad; el más pobre
alcanza a adquirir bienes electrónicos mediante la deuda con las casas
comerciales y financieras, la clase media aspiracional busca casas en barrios
exclusivos o autos con el mayor lujo posible hipotecando su sueldo con los bancos
y la clase alta, mira hacia abajo a los de -sombrero de medio pelo- que
intentan parecerse a ellos. Es patético, triste y socialmente nefasto, pues el
poner las cosas por sobre el ser humano y la sociedad, produce una castración
de nuestra capacidad de encontrarnos a nosotros mismos y de encontrar en los
demás a un compañero de vida y no a un competidor, además que induce a políticas
públicas que posicionan a la persona como un activo comercial y no como un fin
en sí mismo.
“La preocupación por el neosiútico subsiste en el segmento del tope,
aquel diez por ciento con memoria histórica y poder centenario que se da cuenta
de la ansias que recorren las calles de El Golf, que se encumbran por Gran Vía,
que ascienden y descienden por La Dehesa, se alejan hacia Chicureo, suben a la nieve,
bajan a la playa, enfrentan miradas suspicaces de Zapallar, compran lo que
pueden en Alonso de Córdova y viajan por el mundo con Chile en la cabeza, como
una costra que no termina de secarse y un dolor que solo siente algo de alivio
cuando encuentra un truco necesario para anestesiarlo.
El neosiútico por lo general tiene más poder y es más prepotente que el
siútico del siglo XX…. La riqueza nueva es una riqueza sin pudor, que por ser independiente de sus apellidos y
linaje necesita mostrarse y demostrarse. Lucirse, comprar, viajar, aprender,
visitar. La riqueza nueva de un país subdesarrollado debe funcionar como un
reflejo culposo del nuevo rico de un país desarrollado. Porque una cosa es ser
nuevo rico en Francia o en Estados Unidos y otra es serlo en Paraguay, México,
Brasil o Chile. Luce más el nuevo rico de Seattle que fraguó su fortuna a costa
de un ingenio tecnológico inserto en el corazón de la modernidad que un nuevo
rico en el ejercicio financiero en una sociedad del tercer mundo… Se podría
especular que la riqueza nueva del tercer mundo exige más explicaciones o
genera más culpas, y es más vulnerable
al temor que provoca aquel mundo marginal que habita entre la casa y el
aeropuerto, que seguramente mirará la excesiva prosperidad ajena con un sentimiento
similar a la envidia, parecido al resentimiento y cercano al odio.
Así pues, durante las últimas décadas en Chile no solo apareció la
ebullición piadosa en el horizonte de los más favorecidos, también se ampliaron
las fórmulas de distinción y vivimos un remezón en la forma de percibir las
diferencias sociales de los estratos inferiores”. (Oscar Contardo, “Siútico.
Arribismo, abajismo y vida social en Chile”. 2010)
Durante mi experiencia con
jóvenes de clase alta, me doy cuenta que muchos de ellos se definen como clase
media y ello refleja lo poco conscientes que son de la realidad país. En Chile
según datos entregados por la Fundación Sol y el INE, uno de cada dos
trabajadores en este país gana menos de $220.000 y el 80% gana menos de
$700.000. Si lo piensan bien, la mensualidad para estudiar odontología en una
universidad privada es el sueldo que recibe la gran mayoría de los trabajadores
de nuestro Chile querido. La clase media corresponde a un promedio de $150.000
mensual por persona al interior de una familia. Es decir, una familia de cuatro
integrantes que vive con 1 millón de pesos mensuales se encuentra dentro del
20% más rico de este país, pues la gran mayoría de los chilenos y chilenas vive
con la mitad de eso durante el mes… ¿clase media?, tómese un tiempo y
reflexione, pues entenderá que la llamada -clase media- es un invento político
para desarrollar políticas públicas en un espacio confuso en donde sólo ganan
los que enredan todo, usted ya sabe; “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
“Un colihue es muy
delgado
y muy fácil de quebrar
pero si juntamos
varios
son difíciles de
doblar”
(Quilapallún)
No sólo nos han confundido para desclasarnos (no sentirnos parte del
grupo social que somos y por ende evitan la unidad en demandas sociales), sino
también han tergiversado el concepto de solidaridad (ser parte de una causa
para el bien común), disfrazando a la caridad con sus ropajes. Hoy la virtud de
la solidaridad no está atada a una capacidad de estar conscientes de la
realidad social cotidiana, sino que tiene que ver con momentos, con instantes
de demanda caritativa que nos hace movernos por algunas horas de nuestra zona cómoda
para ir a ayudar a los demás o para entregar parte del dinero que nos sobra a
otros que nunca les ha sobrado y seguramente nunca les sobrará, hoy la
solidaridad no se relaciona con una forma de vida que agrega a la sociedad como
componente de mis decisiones, sino más bien tiene que ver con un necesario
lavado de conciencia dentro de nuestra vida individualista. Insisto, cuando
sacamos el acento de las personas para ponerlo en las cosas, nuestra forma de
construir civilización cambia radicalmente, esta deshumanización de la
sociedad, esta cosificación de la existencia conlleva una sociedad depresiva
que no es capaz de diferencia el placer (momento de alegría) de la felicidad
(postura positiva ante la vida).
“…abordemos la alegría y la
felicidad tal como la entendemos desde una perspectiva mundana… la buena salud,
por ejemplo, se considera un elemento necesario para una vida feliz. Otra
fuente de felicidad son nuestras posesiones materiales o el grado de riqueza
que acumulamos. Y también amistades y compañeros. Todos reconocemos que, para
disfrutar de una vida plena, necesitamos de un círculo de amigos con los que
podamos relacionarnos emocionalmente y en los que podamos confiar.
Todos estos factores, de hecho,
son fuentes de felicidad, pero para que un individuo pueda utilizarnos plenamente
con el propósito de disfrutar de una vida feliz y realizada, la clave se
encuentra en el estado de ánimo… si los utilizamos de forma positiva, éstas
pueden transformarse en factores que contribuyan a alcanzar una vida más feliz.
Y, naturalmente, disfrutaremos de nuestras posesiones materiales, éxito, etcétera…
pero cuando uno se siente infeliz, o frustrado, el bienestar físico no es de
mucha ayuda. Aún teniendo posesiones maravillosas, en un momento de intenso
cólera o de odio nos gustaría tirar todo por la borda, romperlo todo. En ese
momento las posesiones no significan nada. En la actualidad hay sociedad
materialmente muy desarrolladas en que las personas en las que mucha gente no
se siente feliz. Por debajo de la brillante superficie de la opulencia hay una
especie de inquietud que conduce a la frustración, a las peleas innecesarias, a
la dependencia de drogas o del alcohol y, en el peor de los casas, al suicidio.
No existe pues, garantía alguna de que la riqueza pueda proporcionar, por sí
sola, la alegría o la satisfacción que se buscan. Los mismo cabe decir de los
amigos… Cuando se carece de la disciplina interna que produce la serenidad
mental no importan las posesiones o condiciones externas, ya que estas nunca
proporcionarán a la persona la sensación
de alegría y felicidad que busca. Por otro lado, si se posee esta cualidad
interna, la serenidad mental y la estabilidad interior, es posible tener una
vida gozosa, aunque falten posesiones materiales que uno consideraría
normalmente necesarias para alcanzar la felicidad” (Dalai Lama, “El Arte de
la Felicidad”. 2010)
Hace tres años, cuando fundé la
ONG Red Odontológica Solidaria (REDOS), habían mares de voluntarios y voluntarias
tratando de hacer algo por los demás, empresas e instituciones aparecían en
pantalla llamando a sumarse a la gran obra de la reconstrucción, llantos,
congoja y tiritones de mentón al ver las imágenes de gente que vivía (¿o vive
aún?) con dolor de haber perdido lo poco y nada que tenía. Para esa fecha qué fácil
fue conseguir recursos, voluntarios y visualización mediática para la labor que
hacía la REDOS, pero hoy la cosa es distinta. Los pobres existen en la
periferia, y los escondemos de los caminos hacia al trabajo y la casa, no se
ven, la idea es la imagen por sobre todo, la belleza plástica por sobre la
realidad nacional, lo superficial en vez de vivir la realidad del Chile
profundo, es hacer de la marginalidad algo que tiene que ver con la
delincuencia y no con una sociedad que crece en base a las desigualdades
educativas y de oportunidades.
Hoy me encuentro feliz por haber
logrado gestionar un operativo dental solidario para los sectores rurales de la
comuna de Yumbel, unas 300 personas de escasos recursos se vieron beneficiadas
con el trabajo de una cuarentena de voluntarias y voluntarios que se ducharon
con agua fría y pusieron de su propio bolsillo dinero para ir en ayuda de los
demás. Pero eso es sólo una foto en la vida de ellas y ellos, una foto que
quizás solo sea un recuerdo en el tiempo de “cuando era estudiante” y se podía
ser solidario, pues los apuros de la vida moderna nos empujan una vez titulados
a dedicarnos a alcanzar nuestras metas personales y poco tiempo tenemos para
dedicarle tiempo a los demás, incluso a la propia familia.
Sé que es difícil vivir una vida
que equilibre lo propio con lo ajeno, pues para poder pensar y vivir con los
demás significa inmediatamente tener menos capacidad de acumular cosas, se
aleja el éxito material pues los logros de nuestras habilidades pasan a ser un
bien colectivo y no propio, y ello atenta directamente contra el sentido mismo
de nuestro modelo socio económico que empuja a pensar sólo en uno mismo y a
poder escalar lo más posible en los estratos sociales.
Hoy en día es difícil conseguir
dentistas titulados para los operativos, pero es más fácil conseguir el dinero
para las donaciones, pues el tiempo es más caro. Sumando y restando entregar
$25.000 una vez al año para un operativo REDOS es bastante más simple que
cancelar pacientes por dos días para ir a trabajar gratis por el mismo tiempo.
Lo comprendo, pues hay que mantener la vida que se ha querido llevar, las
cuentas son altas y la calidad de vida de la familia no se pondrá en riesgo por
un operativo social. Una vez que se ha alcanzado un estatus social cómodo y con
ciertos lujos, bajar de ahí será casi imposible, no porque no se pueda, sino
porque simplemente se debería responder ante el juicio público, que escrutará
las causas y pasarán pensamientos externos en tonos de haber fracasado.
A pesar de las dificultades ante
este capital humano sin tiempo para ser solidarios pero con disposición de ser
caritativos, seguiré adelante con el cometido de la REDOS, pues por muy
complejo que se haga, es necesario que exista un espacio honesto donde jóvenes
puedan, quizás, encontrarle otro sentido a la vida, más humano y menos
material. Pues en esta ONG no estamos lavando imágenes de empresas educativas y
no seleccionamos voluntarios según un perfil de “necesidad de la empresa” como
se realizan en otros lados. Fundé una organización de ayuda social pero
inversa, donde las personas beneficiarias y sus realidades enseñen a los
jóvenes que la dignidad y la decencia no tienen que ver con la riqueza, sino
con la pureza del corazón de quien existe al lado de uno, fundé esta
organización para que no existan diferencias de clases, de edad, creencia o
pensamiento político dentro de ella, porque en la REDOS somos todos hermanas y
hermanos, dentistas, estudiantes y técnicos sin ninguna diferencia más que
nuestras propias capacidades.
Personalmente decidí hace unos 7
años vivir una vida sencilla, abandoné el deseo de llegar a algún lugar
mediante las cosas, sino que mediante mis actos. He aprendido que la verdadera
libertad comienza una vez que somos capaces de romper las cadenas de las
imposiciones sociales, burlar al sistema siendo más humanos y menos máquinas.
He aprendido que la felicidad no se busca, sino que se ejerce, que es más una
postura frente a la vida y no un estado de ánimo pasajero. He aprendido que los
verdaderos lujos son la amistad, el tiempo libre, el espacio de ocio para
pensar, leer y escribir. He aprendido a mis 31 años que aún existen personas
con capacidad de pensar en los demás al mismo tiempo que piensan en ellos
mismos y la REDOS es uno de tantos espacios donde podemos hacer coincidir
colegas y estudiantes que ven la vida, no como una carrera contra los demás,
sino como un viaje colectivo hacia la trascendencia.
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