Vamos con los hechos actuales antes que
con la historia, quizás así podamos dejar la discusión del pasado para otro
momento. Somos muchos seres humanos en un planeta pequeño y eso ya es un
problema, lo que hay se debe repartir entre miles de millones. La economía es
casi una sola, todo está interconectado e interdependiente, globalizada le
dicen. Intentar aislarse y autoabastecerse de todos los bienes (o males) es un
delirio, la especialización productiva y la polarización de las capacidades
industriales son un hecho. Bélicamente podemos hacer desaparecer el planeta
entero, y asumamos que idiotas hay, agitar el panel de avispas es sólo para
quienes creen que estar muerto se es más útil que estando vivo. Hay de todo.
Por ahí a mediados del siglo XX los ganadores de la guerra nos impusieron un
molde económico mundial, y donde no se quiso poner, lo colocaron. Sangre de
muchos costó que el ser humano fuese un objeto de los objetos, esclavos del
deseo por cosas. Estatus, posicionamiento. La felicidad es algo alcanzable, más
que aplicable. Ser humano es trabajar, sobrevivir y comprar para ser. Así no
más es la cosa, somos cosas, o mejor dicho cifras o engranajes reemplazables.
Todos somos un repuesto del motor de la economía, si no encajamos somos
desechados. Las personas duermen, la mediocridad intelectual es la norma, la
flojera cognitiva es como se debe ser para no ser aplastado por la realidad.
Mejor el espejismo algunos dirán, o más que decirlo lo asumen, tácitamente nos
dejamos manosear, canjeamos dignidad por pertenencia. Así no más es, el desarrollo
lo es todos, ahora qué es desarrollo, no lo tengo claro, luego de algunos miles
de años podemos llegar a la luna pero también podemos morir de hambre si
nacemos en el lugar equivocado del mundo. Frente a todo esto hay quienes
plantean una dictadura de los trabajadores, pero no me gusta que me dicten
aunque comparta algunas cosas, me gusta escribir por mí mismo, los dictados son
imposiciones y he aprendido a amar la poca libertad que tengo, y por otra parte
no me gusta odiar ni empujar al abismo a los que piensan distinto a mi mente
revoltosa y poco clara. El molde o modelo, como le guste llamarle, quizás sistema
le suene mejor, como quiera; el asunto es que hoy por hoy tampoco me agrada que
me metan el dedo en la boca con esto de la libertad de elección y eso de que me
muevo por intereses materiales. Las personas no son felices por tener,
simplemente se excitan. Tener es bueno para hacer uso de las cosas, ¿pero tener
por tener?; es más que nada rellenar con cosas donde se necesita metafísica, no
sé dónde comprar el amor de mamá o la subida de presión que me da al ver la
mujer que amo. No he visto una tienda que me facilite la incondicionalidad de
un amigo o el abrazo cálido de una amiga, aún no inventan centros comerciales
de humanidad. Es tan estúpido y venenoso tener por tener, poder le llaman, pero
no es poder, sino debilidad, inseguridad, vacío, abismo de carencias afectivas.
La codicia es antónimo a la vida, al amor, a la felicidad, a lo humano. Esto
que llaman capitalismo, eso de que la sociedad se ordena y se organiza según
las cosas me da angustia ¿Dónde que yo si tengo poquito? No me gusta que me
clasifiquen, no soy ni de aquí ni de allá como decía el trovador latinoamericano.
Miren, no soy capo en eso de la economía, no me pregunten por fórmulas miren
que no es química esto ni estamos calculando la caída de los cuerpos, sino más
bien estamos al agüaite de que la
olla estalle, y la tapa de los sesos de los pobres quizás donde quedará, en el
techo de del dolor del mundo quizás, así como ha sido cuando llegan los teóricos
a hablar de cosas que olvidan la esencia de lo que somos. Me gusta la palabra
ética, no sé, como que me lleva a pensar en lo correcto y parece que lo
correcto es lo que nos hace bien y lo incorrecto es los que nos hace mal… y eso
del mal es dolor, sufrimiento, no conozco otra consecuencia del mal que no sea
aquello que les digo, entonces, qué nos cuesta ver qué nos hace bien y qué nos
hace mal a todos. Cuando mis amigos, mis queridos amigos de la dictadura del
proletariado exponen sus razones les encuentro sentido, no somos cosas, somos
seres humanos; pero también, así pensando, los que se oponen a las imposiciones
y nos atan para empujar nuestras ambiciones personales también tienen algo de
razón, pues conozco harto flojo, mediocre, gente sin espíritu, humanos dañinos
buenos para tirar la mano para tirar sus gónadas, esos que no aportan más que a
su propia modorra. Los codiciosos de lo material y los adictos a la inacción
son los problemas de los ·itmos·, y los que estamos entre medio, los que tenemos
sueños y ambiciones de crear y tener nuestros éxitos sin apropiarnos de nadie
más que de nosotros mismos, quedamos ahí, atrapados en las dictaduras. Y nos
matan chiquillos, nos matarán porque a los extremos no les gustan los medios,
no existe gente fuera de los clubes, o eres parte o eres enemigo. Bueno, así
algunos nos cosifican y nos compran, mano de obra, nuestro trabajo tiene más
valor que nuestra vida, pero otros ponen a nuestra libertad por debajo de lo
planificado, como si un grupo de elegidos deben definir qué necesita el ser
humano y planificar nuestras vidas según criterios ajenos… no, eso no me gusta.
Miren, estoy cansado de ser anti algo, pues la verdad hasta los idiotas deben
tener la posibilidad de decir idioteces; el asunto es que sean cada vez menos y
se opaquen ante las virtudes las mayorías. Tenemos un mundo finito, mucha gente
que alimentar y proteger, un futuro que construir y un pasado que conciliar y
para avanzar debemos tomar lo mejor de todo y abandonar lo peor de todo, y el
criterio de selección que sea la ética, la equidad y la justicia. Todos tienen
lo que se merecen y todos tienen lo que se necesita, cómo no va a ser posible buscar
la fórmula si pudimos desentrañar los genes de nuestras carnes, cómo no vamos a
poder hacer las entrañas de una civilización más justa. No tengo razón en nada
y tampoco me equivoco del todo, y es ahí la gracia de esta especie de mono
bípedo que habla y razona, que no hay uno igual a otro, pero que todos tienen
un mínimo básico que es no querer sufrir. De más que es posible hacer algo,
contener a los codiciosos y empujar a la acción útil a los flojos, el asunto es
que mientras tratemos de tener la razón, alguien se nos adelanta y nos dicta
cómo debemos vivir, sin preguntarnos el cómo queremos hacerlo. Yo pongo el
café.
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