jueves, 28 de octubre de 2010

"Los valores éticos y la participación ciudadana"


Impresiones iniciales.

El siguiente texto está construido desde una postura íntima, visceral y para nada academicista. ¿Por qué? Porque los valores, la ética y la participación ciudadana son conceptos generales que sólo cobran sentido cuando se internalizan desde lo propio; no es transferible como información, son un encuentro con uno mismo y con nuestras convicciones. Los valores éticos y nuestra vinculación activa con el tejido social, cobran sentido cuando adquieren coherencia entre nuestra dimensión metafísica y nuestra existencia física.  Esto que escribo no es una verdad para nadie más que para mí. No deseo mostrarme verbalmente ético, valórico, o participativo, eso sería hipócrita; quiero exponer el porqué considero que estos conceptos son motivos y caminos de desarrollo social.


Los valores éticos.

La ética es el ejercicio de la moral. Es la práctica de nuestros principios en el terreno dinámico de las relaciones humanas, es la manifestación en concreto y en consecuencia de nuestros actos. Acá, es cuando mostramos nuestras verdaderas voluntades y sus intenciones, porque cuando el pensamiento se transforma en acción y esa acción es dentro de las dimensiones del convivir con otros, tenemos que asumir que lo que decidamos hacer se vinculará de una u otra forma en los hilos que atan las redes humanas. La ética no existe en el discurso.

El ser humano propende a vivir con otros seres humanos, por lo tanto la consideración y el reconocimiento de la existencia del otro se hacen imprescindibles para consolidar una sociedad de elevadas virtudes. Analizar nuestras acciones en virtud de que alguien más recibirá los resultados de mis deseos y logros, genera un comportamiento que nos obliga a tener que dar cabida a los demás en nuestros propios deseos y recursos.

Somos seres de razón, no hay duda. Pero la moral y su consecuencia ética en nuestros actos, nacen de lo metafísico del hombre, de aquello inalienable a nuestra esencia humana e inalcanzable por el razonamiento, tal como lo dijo Kant. Y yo digo que somos seres existentes en esta dualidad.

Lo bueno, lo justo y lo bello son valores éticos porque son parte medular dentro de mis columnas de motivos para ser de una o de otra forma. Y le damos un “valor” a todo lo que se gana un lugar de importancia en nuestro fuero interno.

En base a todo lo anterior me atrevo a decir que: mis valores éticos son todos los motivos que me hacen ser de una forma tal, que a pesar de perder algo para mí, me hacen sentir y decidir por un fin que considero mayor, que corresponde al bienestar de todos los humanos. La existencia o ausencia de valores éticos son el sentido mismo del porqué hago lo que hago.


Participación ciudadana: Una herramienta para una valoración ética de la sociedad.

Como seres insertos en una dimensión de interacción con otras personas, podemos responder activa, desinteresada o sumisamente a esa interacción. La construimos, la ignoramos o nos resignamos a ella.
Iré de atrás hacia delante.

La sumisión frente y en la interacción humana es entregar nuestras vidas a los que la desean. Para bien o para mal. Si existe humano alguno que guste de flotar, como tablón de naufragio, por el océano de la sociedad, en silencio y resignación, es hombre coherente con el grado de valor que le asigna a su existencia. El que vive en un lago sumergido y no siente el deseo de salir a la superficie, quizás jamás sepa que vive dentro de un lago, por lo cual no le importa. Mas, quien se considere libre y dueño de si mismo y asume esta postura, atentará contra su propia convicción de propiedad y libertad, lo que lo transforma en un hipócrita, cómodo y mediocre.

El desinterés exige (contrariamente a la sumisión) asumir el conocimiento y la existencia de algo que está ahí y que por voluntad decidimos negar su existencia de manera artificial. Es un acto de desidia. Nunca intentaremos negar algo que nos es indiferente o en otras palabras negar algo que no tiene asignado un grado de valor en nuestra moral. Por lo tanto cuando mostramos desinterés por algo, estamos mostrando debilidad ante un fenómeno que nos interesa, lo que nos transforma en un cobarde e incoherente.

La construcción del tejido social es la consecuencia de nuestro rol activo y coherente frente a la dimensión de interacción humana entre el individuo y el colectivo de individuos. La participación ciudadana en términos generales es una actitud activa que brota de formatos preconcebidos en nuestros pilares morales. Como el acuerdo mayoritario es una utopía se continúa con la postura del dominio de la voluntad de las mayorías, es decir, la democracia. No es menester de este texto hacer un análisis de las cualidades ideales o actuales de la democracia, aunque debo decir que la participación ciudadana es dependiente, junto a otros factores más o menos importantes, de los canales formales que fomentan o al menos que permiten el espacio para poder participar. Cuando no hay espacios, la participación ciudadana debe luchar por el poder participar, lo que agota y demora la utilidad de la misma.

La participación ciudadana está sujeta al sujeto social, es decir: el hombre es quien participa con otros hombres. No existe la participación ciudadana en solitario, aunque sí se puede ser individualista, lo que para mi es como una caricatura o souvenir de la obra de arte original. Parece pero no lo es, ni en forma, ni en tamaño y menos en virtud y belleza.

La participación ciudadana es la ética de la moral política, nadie puede atribuirse una válida postura moral frente a la sociedad, si no participa activamente de los temas que hacen referencia al asunto en cuestión. De ahí la importancia de saber marcar la brecha entre participación social y participación ciudadana. La primera es sólo un espacio instrumental de los poderes políticos dominantes para solucionar un problema (que deben solucionar) por medio de la actividad social de la sociedad civil, como es el caso de las elecciones o de los consejos municipales si es que algún vecino asiste y al menos habla durante su desarrollo. Por otra parte la participación ciudadana encierra una vinculación directa entre la voluntad de la mayoría popular y las decisiones que toman nuestros gobernantes. La participación ciudadana es la justificación de la democracia. Con un pueblo sumiso o desinteresado la democracia no es necesaria, un autoritarismo sería lo pertinente y quizás hasta más eficiente.

Debemos promover la participación ciudadana creando y apoyando instancias de participación civil, debemos promover el diálogo. Nuestra sociedad civil requiere una fuerza equilibrante ante tanta deshumanización, ignorancia y apatía cívica. Nosotros tenemos una historia que nos exige, un sentido que nos empuja y un deber que nos sostiene.

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