viernes, 24 de febrero de 2017

Desafíos para una tercera fuerza política en Chile

Es importante tener en cuenta, cuando se realiza la crítica a los procesos políticos, las condiciones constitucionales que quedaron después de la dictadura. Las Leyes Orgánicas Constitucionales exigen los 4/7 (57%) de diputados y senadores en ejercicio, mientras que las Leyes de Quórum Calificado, requieren de mayoría absoluta de los diputados y senadores en ejercicio para ser aprobadas. Así como se requieren los 3/5 (60%) de los diputados y senadores en ejercicio para aprobar Reformas Constitucionales. De esta manera, a pesar de que existieron desde los 90´s intenciones de cambiar, por ejemplo, el sistema binominal, no se pudo lograr hasta el 2016, dado que bastaba con que la derecha en pleno y una minoría de sectores conservadores (y corruptos) dentro la Concertación se opusieran, para que no se lograran avances significativos, lo que obliga en ciertas materias, concretar pactos con la oposición ideológica para generar cambios, y esto evidentemente conlleva a que la ciudadanía considere a la política como algo que "no sirve", porque todo sigue prácticamente igual. Comprendo perfectamente que se pudo haber hecho más, y es lo que me hubiese gustado, pero la realidad no es como a uno le gusta, sino como es, y cambiarla requiere procesos que toman bastantes años bajo cambios sociopolíticos propios de las sociedades, así como modificaciones consistentes en las fuerzas del poder. Es por todo lo anterior que es trascendental que de producirse una nueva fuerza política, ésta tenga una representación parlamentaria (con gran arraigo en la base social) que le permita entrar en los procesos de negociación con los bloques tradicionales para avanzar en reformas que hagan de Chile un país más democrático y justo. Ahora bien, la otra posibilidad es experimentar una revolución ciudadana que se levante contra el sistema en general y de vuelta el tablero del poder, y quizás esto se pueda dar como como -milagro colectivo-, pero luego hay que enfrentarse a las hegemonías globales y a los intereses económicos que son, realmente, quienes manejan los hilos de la sociedad actual. Sea como sea, un proceso político nacional de profundas transformaciones será complejo y requerirá de liderazgos realistas que sepan sostener una estrategia de mediano y largo plazo, junto con un bloque político disciplinado y responsable que no se sabotee a si mismo, por culpa de ansiedades inmaduras o por sectarismos que no logran construir puentes con los sectores necesarios en cada etapa de los procesos que se vendrán en el futuro. No podemos pretender partir inmediatamente en el punto donde queremos llegar.

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Francisco Córdova Echeverria
Coordinador Nacional Programático 
Partido País.
+5699181968


viernes, 3 de febrero de 2017

El peligroso desequilibrio político del SERVEL


La comisión Engel se formó el 2015 para dar respuesta a la crisis ética de la política chilena ante vergonzosos casos de corrupción y la falta de transparencia y democracia al interior de los partidos políticos tradicionales de la transición. Una de las pocas cosas que se consideraron (en parte) del informe final de la comisión fue la necesidad de revelar cuál es realmente la consistencia numérica de militantes puesto que esto será condición para recurrir al nuevo sistema de financiamiento de los partidos políticos. Frente a ello se le exigió a los partidos tener que refichar a sus militantes para transparentar las infladas cifras que expresan, y el mecanismo para ello gozaría de condiciones más flexibles que las que se le exigen a nuevas organizaciones sociales que están en proceso de conformarse como partido político, cuestión que por muy legal que sea, huele claramente a injusticia. A menos de dos meses de tener que cumplir los plazos establecidos por la nueva ley y ante las dificultades de poder concretar la meta, el Servicio Electoral (SERVEL) no encontró nada mejor que favorecer a los partidos políticos tradicionales permitiéndoles acelerar su proceso de refichaje pudiendo sumar personas mediante un sistema electrónico, cuestión que también está contemplada para los partidos en formación en el artículo número seis, párrafo tres, de la nueva ley de partidos (n°18.603): "Una instrucción general del Servicio Electoral establecerá el modo en que el procedimiento de constitución y afiliación del partido político en formación podrá realizarse de acuerdo con las disposiciones de la ley N°19.799, sobre documentos electrónicos, firma electrónica y servicios de certificación de dicha firma". Acá entonces uno tiene el derecho se hacerse la siguiente pregunta ¿Por qué el SERVEL genera la posibilidad de fichar militantes de manera electrónica única y exclusivamente a los partidos de la transición dejando fuera a los partidos en conformación, siendo que la ley así también lo establece? Lamentablemente el Gobierno ha dado reiteradas muestras de querer evitar que se desarrolle una profunda política ética por mayor transparencia y de lucha contra la corrupción (recordemos por ejemplo las intervenciones al Servicio de Impuestos Internos del año pasado), siendo esta nueva medida una expresión más de la propensión a sostener la cancha dispareja, heredada de la dictadura cívico-militar, en desmedro de las nuevas fuerzas que emergen en respuesta a la crisis de la política de la transición que ha dado groseras muestras de estar más vinculada al gran poder económico que al bien común de toda la ciudadanía. Lo peor que podemos hacer es entrar en una actitud dócil ante este intencional y estructural desequilibrio político que lo único que consigue es profundizar la desconfianza y el rechazo de las personas a la práctica política, cuestión que corroe los pilares de nuestra democracia y pone en peligro la paz social. Es de esperar que, frente a los múltiples reclamos que se han sostenido frente a esta actitud, el SERVEL cuanto antes genere los mecanismos que de cumplimiento a la ley electoral para que los partidos en conformación tengan las mismas posibilidades de sumar nuevos militantes a través de medios electrónicos. De no darse así, podremos asumir que la oligarquía partidaria y sus gobiernos están en clara disposición de guerra contra democracia, lo que abre la posibilidad de comenzar a definir sin duda alguna de que Chile sufre de una enfermiza plutarquía autoritaria, dando las condiciones a que se genere el histórico proceso de desobediencia civil, desestabilización institucional y la (lamentable) violencia que expresan los pueblos frente a los abusos del poder político corrupto. 


Red contra la Violencia doméstica y Sexual

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