jueves, 25 de diciembre de 2008

Navidad... ¿Una fiesta?


Feliz Navidad!!!, escuchamos por doquier, como el mejor efecto de soundround que la tecnología nos puede brindar. Empezamos a ver pinos navideños plásticos a fines de noviembre en las grandes tiendas, blancos, verdes, rojos, tantos colores como la imaginación mercantil pueda brindar. Nadie tiene más "espíritu navideño" que los malls. Son dignos exponentes de la fiesta navideña, de esta locura por regalar. Pinos de 3 metros, izados como íconos, galardonados con esferas de colores, cintas y aretes de ángeles que penden de sus espinosas pláticas ramas. Duendes de 1.70 metros con minifaldas y escotes sujerentes, de pelos planchados hacen amparo a un sujeto de traje escarlata y chiporro blanco que evoca una vida de polos gélidos y nevosos, que por alguna circunstacia está en medio del hall de una catedral flanqueada por tiendas y gente cargada con bolsas de regalos para amigos, familiares, conocidos, colegas y amantes.
"Que tengas una feliz navidad" se encuentran dos señoras rubias de cabellera y de cejas atezadas, de caras y cuellos bronceados, unidos a un cuerpo pálido y plegoso. Se abrazan como grandes amigas mientras sus bolsas hacen un brindis a sus espaldas, su motivo no lo se, brindarán quizás porque llevan presentes de navidad eje central de las fiestas de diciembre.
Algunos pesebres pululan en la ciudad, como un grito de recuerdo del motivo religioso del 24 en la noche. Donde según cuenta la leyenda cristiana nace (natividad = navidad) el hijo de su dios, salvador del mudo y de los hombres. Para darle la bienvenida, tres reyes magos, Gaspar, Baltasar y Melchor le llevan regalos para ofrendar al recién nacido.
Los pinos y Santa Claus (Papá Noel, Viejito Pascuero, San Nicolás) son tradiciones del viejo continente adoptadas en esta globalización económica que a acarreado las traduciones más rentables a los rincones mundiales dependientes del mercado global y sus implicancia.
La fiesta de la navidad no sólo revitaliza algunos espíritus por algunar horas, sino que potencia el sistema económico, como levadura a las bolsas económicas.
La población vive "la fiesta" apoyado en el crédito de consumo recién entregado, en el plazo mensual. Por ende la navidad se vive todos los menses del año siguiente donde las letras nos recuerdan esa cena especial con los queridos y los regalos entregados con ese espíritu pagano semi religioso perdido en una cultura importada condimentada con nuestra idiosincracia sin límites ni personalidad.
En navidad la población se centra en los centros comerciales, en las tiendas, no donde quizás la brújula del origen religioso apunta. Sería congruente si esas manadas de compradores fueran una manada de humanos preocupados de la carencia del otro, del abandono de los abuelos, de los huérfanos y sus sueños truncados.
Pero sólo una pequeña menudencia de personas encuentra el sentido aplicado de los motivos festivos. Los otros millones, luchan por el regalo en oferta, por conseguir el préstamo, por poner buena cara ante el pariente que detestan, de comer "fino" esa noche, de verse bien y de aparentar que nada malo pasa.
La fiesta navideña es un cruel reflejo de lo ovejas que somo como sociedad, de lo inconsecuentes que nos comportamos, y de los vacuos e insípidos discursos que desgarran las vestiduras en nombre del "niño Jesús"... que si naciera ahora tendría un I-pod un Wi y ropa Lacoste.

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