viernes, 12 de febrero de 2010

De librepensador crítico a picado sin sentido.

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Cuando estaban los gobiernos de la Concertación administrando el sistema sociopolítico de la dictadura y sus muchachos de Chicago, viví los inicios de mi adolescencia y de mi mundo narcisista propio de la etapa (creo yo). Mis conocimientos de política en los 90 era lo que mi familia decía, es decir “no hables de lo que conversamos acá en la casa Francisco, mira que uno nunca sabe lo que va a pasar” y el típico “mejor no meterse en esos temas” y uno que otro “viejo conchesumadre” de mi padre cuando salía Pinochet en pantalla. Viví el “boinazo” con ignorancia e indiferencia, sólo observando el temor y silencio de mis padres de volver a no sé qué cosa que no era buena. Cuando asume Frei tenía 15 años y fui feliz cuando al viejo de mierda lo meten preso en Inglaterra, pero aún no sabía bien porqué. Cuando asume Lagos tenía ya la mayoría de edad a cuestas, un año de universidad y mayor conciencia, pensamiento crítico y madurez emocional.

Luego de conocer otras realidades en mis incursiones de construcción en poblaciones periféricas del gran Concepción, de ver los ex mineros de Lota sin saber qué hacer, de visitar la pobreza rural, a niños que lloraban porque su nueva casa de 6x3 tenía ventanas (de madera) y de sentir la alegría de una pareja de abuelitos al abrazarse por dormir por primera vez en décadas en una casa sin piso de tierra, o de analizar el abandono en la isla Santamaría y del cómo se trabajaban horas para sacar la Luga del mar para venderlo a precio de huevo a los “intermediarios” me di cuenta que la “alegría” que cantaba hace 11 años atrás no estaba en todo el país.

Luego vino mi realidad, mi padre queda cesante mientras hago mi trabajo de voluntario, debemos apretar el cinturón, pedir dinero prestado para mis materiales de odontología. Vivía en carne propia las llamadas “crisis” .Eso no detiene la necesidad de devolver la mano de mis comodidades. Dos años compartí y ayudé en la educación a niños de tomas de terrenos, los llamados campamentos, vi violencia, desamparo, desesperanza e inocencia. El sistema del progreso y del 6% de crecimiento país no llegaba a dónde debía llegar, algo había mal en esto y pocos quería ver la otra cara de la ciudad y del progreso, mis amigos no me comprendían, mi familia no me comprendía, parece que era el único que veía a esas personas en mi círculo de clase media acomodada.

Al especializarme en educación y al volcarme en la lectura filosófica y sociológica, entendí que todo esto es ideológico, técnico-ideológico. La bruteza del modelo, la depredación propia de nuestra especia, la ignorancia social del mundo profesional, entendí el arribismo, lo que es la oligarquía nacional (que nunca se ha ido), lo que es el capitalismo, el socialismo y la cara de rajez de algunos. Odié a los políticos y amé la política, entendí algunos porqué y cómo, me gané malos comentarios, disputas y buenos amigos. Entendí que la ignorancia es la libertad de culpa de la masa. Mejor no saber, así menos cosas de que preocuparse.

La Concertación que se compraron mis viejos y me engruipió en mi infancia y adolescencia, no era lo que parecía, era una concesión del modelo, un administrador más caritativo del manual “El Ladrillo” y un procurador de la farsa Constitución de 1980. Critiqué el sistema educativo, la ignorancia masiva y la carencia de cultura. He criticado el sistema de vida y escrito algunas propuestas y reflexiones, todo bajo el gobierno de Bachelet. Algunos me decían algo, a favor o en contra, pero no se cuestionaba el origen de mi intención, se respetaba y aceptaba. Pero ahora que el mundo político cambia, mis opiniones parece que nacen de otro lado de mi cerebro según algunos y algunas, como si existiese una glándula de la”pica” y rencor que anula la razón, mi razón.

Ahora que sale de presidente un ícono de lo que acuso de culpa de la desorientación humanista de la especie, que elige ministros líderes del modelo, excelentes currículos de economía, de manejo del dinero, de la producción de dinero, de la conservación del dinero, me transformo en un “picado”. Desde que no soy religioso y me hago laicista consciente, he vociferado la necesidad de la tolerancia y la libertad de culto, he acusado el fanatismo de los líderes Opus Dei enquistados en el Estado pero ahora lo digo de “picado”, he perdido la capacidad -objetiva- de crítica, ahora soy un opositor de pataletas, uno más de los rencorosos pro-concertación, soy un resentido.

Nada importa lo que llevo escrito durante años, ni la transparencia de mis opiniones, es más simple anularme bajo esos argumentos, no es necesario discutir, ahora hay motivos más rápidos y descalificadores, es simple negar cualquier crítica, basta con un “leru-leru, se picó” y listo, no hay que complicarse la vida ahora. Esto se ve más encarnado en quienes dicen “votar por la persona”, ¿qué simple no? No hay ideas ni principios, nada complicado para decidir, es cosa de fe, de creer en ese tipo que parece y me tinca mejor que el otro, acá no importan las ideas ni los pilares de nuestros actos y de sus actos. Ellos hablan de “picados” y seguiremos así creo yo por unos cuatro años más, o hasta que la simpleza del pensamiento del homo chilensis televisivo-televidente-ignorante de milagro divino (como les gustaría) dejara de lado la opinión estomacal y empezara a hablar con fundamento y tolerancia de quien en algún momento no está de acuerdo con lo que sucede y usa su derecho de expresarlo libre y transparentemente.

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