domingo, 19 de septiembre de 2010

Fiestas Patrias



Festejar la patria, la tierra de nuestros ancestros, exacerbar nuestro sentimiento de pertenencia a un territorio definido. Sacar lo más nuestro a flote, lo chileno, lo criollo, lo tradicional. Aparecen los trajes “típicos” que no vemos más que para estas fechas, sacamos las comidas “tradicionales” que aseguran un menú centenario, empanadas, asado, anticuchos y ensaladas a la “chilena”. Se abren las barricas de chicha, bebida popular del campo que se transforma en el brebaje chileno de temporada, se festeja el pipeño y se apaga la sed con el fanshop. Los niños tienen la oportunidad de conocer juegos de madera y papel, escuchan historias de infancias sin juegos electrónicos, y observan como sus padres tratan de enseñarles a jugar al tropo, emboque y a elevar un volantín de verdad. Las “carreras en saco” y a “tres pies” son fundamentales para completar la experiencia de ser más chileno que nunca.

El pueblo está feliz, hay espectáculos gratis de “cultura” popular, la música nacional suena como un eco interminable, al pobre guatón Loyola le pegan a cada rato y la consentida se le consiente cada vez más, es hora de la cumbia y las rancheras,  México y  Colombia son parte de nuestras raíces populares. Los pueblos originarios con actores de grupos de baile toman posiciones para ser reconocidos como un “orgullo de nuestra historia y cultura” y en estos días son todos dignos de ser mestizos, se baila rapa nuí en la zona central y una guaracha más al sur. La cueca es la vedette de las fondas y todos intentan bailarla de la manera más decente posible, como es un baile tradicional chileno, nadie sabe cómo bailarlo.

Se puede tomar a destajo y comer hasta las nauseas con licencia que otorga la tradicional cultura. Los jóvenes tienen permiso para poner a prueba su hígado por una razón más altruista, ya no sólo tomarán por romper con los esquemas de lo correcto, ahora tomarán y se emborracharán por el amor a su país, porque Chile es mejor que todo, y es un ejemplo para al mundo. El chovinismo hace erupción, las glorias militares son celebradas con vítores de patriotismo, allá en el cobertizo con polvo y ratas quedan nuestros dos premios nóbeles, nuestras grandes historias de reconstrucción y en el subsuelo de la memoria yacen los sucesos de crímenes contra la humanidad, el terrorismo de Estado y nuestras violaciones a la democracia. Chile no tiene memoria para las derrotas y por lo mismo pierde la capacidad de aprender y se abre a las puertas del olvido e ignorancia de nuestra historia.

Las clases altas se relajan, se sueltan la corbata. Las mujeres se pintan menos y cambian la comida francesa e italiana por jugar a ser campesinos, ahora lo popular es importante, hay que ser como el pueblo llano, sentirse parte de la tierra, ensuciarse está permitido, los niños deben saber la importancia de las hazañas militares, y de cómo se expulsaron a los comunistas de esta tierra. Dios, Patria y Familia. Hemos sido bendecidos con esta tierra de grandes hombres y de pueblo trabajador. Mañana volverán a ser todos unos rotos de mierda, flojos y borrachos. Hoy hay tregua.

El roto tiene permiso para serlo. Acá el curado molestoso y vergonzoso pasa a ser la mascota del equipo de las fondas, las cámaras buscan al viejito alcohólico más divertido, ese que baila sin música con ritmo de ataque epiléptico. Se puede tomar un terremoto de medio litro y no verse grosero, sino al contrario. La familia de clase media baja se tomas las fondas y los conciertos al aire libre con pasión. Existen licencias especiales, un reconocimiento de las autoridades a lo que nos hace lo que somos, un pueblo luchador que no sabe bien quién es su enemigo, un pueblo que se levanta sin apoyo más que del crédito y la deuda, una sociedad que crece pero que no se desarrolla, un pueblo orgulloso de su historia aunque no conozca nada de ella. Somos un pueblo particular.

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