El tenis tiene una muy buena frase para  exponer el daño autoinfringido sin que un contrincante se involucre  directamente, es el llamado "error no forzado"; puede ser causa de una  desconcentración, de una torpeza por ansiedad o por simple falta de  entrenamiento en algún tipo de movimiento técnico. Cada uno de los  puntos mencionados son perfectibles si ponemos esfuerzo en ello, pero  existe una causa que es irremediable, tener un estilo de juego que  necesariamente nos haga perder los límites de las reglas o del juego  bonito. En estos 10 meses de gobierno hemos tenido una seguidilla de  errores no forzados que han puesto en evidencia la ansiedad por parte  del poder central y regional de querer ganar el juego con sólo "aces" y a  punta de tiros ganadores, siempre se quiere dar el gran golpe, que todo  sea premio mayor, pero eso nos lleva a los límites y a cometer torpezas  propias de una pubertad política, etapa en la que uno se siente dueño  del mundo y de la verdad. Una promesa de campaña arriesgada es muy buena  candidata a ser un error no forzado, y el alza del gas en Magallanes es  uno importante que hace peligrar el primer set del partido (a cuatro  años) de Sebastián Piñera. En los mandos medios de gobierno tenemos más  ejemplos de este tipo de errores, encabeza la lista Ximena Ossandón y  sus "reguleques" comentarios, y en lo local tenemos a nuestra Intendente  J. van Rysselberghe y sus twitteos sobre la concejala Smith. Quizás la  nueva forma de gobernar necesite más experiencia o tranquilizarse ante  tanta y evidente ansiedad, pero hasta el momento quién más ha dañado y  complicado la gestión de gobierno, ha sido su propio estilo de juego.
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