No existe duda que nos enfrentamos a una crisis sistémica
que es transversal a todas las instituciones, y esto desde el punto de vista
humanista es porque se ha perdido el foco del desarrollo de la sociedad, nos
hemos descentrado de lo humano y ético. Es por eso mismo que el Colectivo por
Una Nueva Concepción y el PH han unido fuerzas para intentar devolver la ética
a la política y replantear ciertos valores e ideales que han sido dejado de
lado producto de la cultura imperante de enfoque en la acumulación de bienes y
dominio sobre otros; ideales como el humanismo, el laicismo, la ética, la
justicia y solidaridad.
Doy por cierto que se pueden producir diferencias en ciertos planos que en algún momento deberán ser confrontadas, pero hoy tenemos una necesidad más profunda y urgente, que es trabajar en conjunto desde las coincidencias ideológicas y programáticas para derrocar el cáncer de la mala clase política tradicional, hegemónica y conservadora.
Doy por cierto que se pueden producir diferencias en ciertos planos que en algún momento deberán ser confrontadas, pero hoy tenemos una necesidad más profunda y urgente, que es trabajar en conjunto desde las coincidencias ideológicas y programáticas para derrocar el cáncer de la mala clase política tradicional, hegemónica y conservadora.
Es por ello que hago un llamado a la fraternidad, al
encuentro de ideales y valores comunes, a que seamos capaces de construir en la
imperfección de nuestras verdades, pues necesitamos unión para enfrentar a la
hegemonía del capital y sus antivalores. Es tiempo de que nuestras diferentes
banderas se fusionen en un proyecto colectivo, donde el ego individual y las
verdades absolutas no tengan fuerza, pues el objetivo del bien común y la inteligencia
colectiva deben dominar este proceso de construcción.
A los humanistas laicistas no nos interesa el reconocimiento
popular y social, no buscamos que nos hagan una estatua y tampoco queremos ser
los líderes y/o representantes de nadie, nos interesa que las buenas ideas
venzan, independientemente de a quién le toque el rol de ser el ícono de ese
éxito. No estamos para pequeñeces, los grandes sueños colectivos necesitan de
grandes personas, humildes de ego pero arrogantes de pasiones y convicciones.
Sabemos que en soledad e individualismo no se construye el
mundo diverso que soñamos. Es evidente que una de las fortalezas de modelo
actual es separar las voluntades y hacernos perder la confianza entre nosotras
y nosotros. No podemos permitir dejarnos vencer en este plano, no podemos
subyugarnos al odio y al desprecio por el otro cuando la urgencia es lo
contrario, el respeto a la diversidad y la tolerancia a las diferencias.
Debemos estar a la altura del desafío, unirnos y planificar
en conjunto. Entender los procesos y asumir que la democracia exige no siempre
tener la razón. Nosotras y nosotros estamos dispuestos a someternos a la
voluntad del todo, pues asumimos que la verdad entorno a valores comunes se
construye desde la participación y la acción colectiva y no desde trincheras
separatistas que no hacen más que alimentar la fuerza del este modelo que
deseamos cambiar.
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