domingo, 31 de mayo de 2015

¿Qué es la violencia estructural del Estado?

La violencia es un fenómeno social, humano. Es un concepto que se relaciona con la fuerza que aplica un ser humano sobre sobre otro para dañar o sacar ventaja de él. Cuando hay violencia hay un agresor y un agredido, hay quien saca beneficio y el sufre de la desventaja impuesta. Todos quienes hemos sido agredidos física o verbalmente, sabemos lo que se produce dentro de nuestra mente y cuerpo. Rabia, resentimiento y apetito por justicia (o venganza) afloran, nada bello ni virtuoso aparecen en nuestra mente cuando somos agredidos. Ya lo sabemos, no es novedad, la violencia sólo genera violencia, nada más.


Los seres humanos somos mamíferos que vivimos en comunidad. Para vivir en común-unidad inventamos reglas y normas (estructura) que limitan nuestros deseos e impulsos individuales, con el fin de que la convivencia y el bien común sean posibles. Hasta acá no hay problema, pero ¿Qué pasa si esas reglas de convivencia no las deciden todos quienes participan de la sociedad humana? ¿Qué pasa si las reglas de convivencia y de orden benefician a unos pocos en desmedro de las mayorías? ¿Qué puede salir como producto social de reglas poco parejas y justas?

En Chile, las reglas de convivencia han sido escritas e impuestas por la clase social que maneja y controla el poder de las armas. Desde nuestra infancia republicana hasta nuestra "madurez" al entrar a la OCDE, los acuerdos de cómo convivimos han sido impulsados/pagados por quienes son dueños del gran capital. En otras palabras nuestra Constitución redactada en dictadura, representa y favorece a los intereses de un grupo en particular en desmedro del resto. Eso es violento, como ya podemos entender.


Esa violencia estructural (que nace del diseño de sociedad que tenemos) condiciona a que el futuro de un niño principalmente esté determinado por el origen social de su familia. La llave para acceder a una educación que nos permita sacar lo mejor de cada uno está dada por el poder económico de los padres, lo mismo pasa con el acceso a la salud, a la vivienda, a poder negociar las condiciones de trabajo, la comida, etc. La estructura y la lógica de convivencia que tenemos en Chile favorecen el dominio permanente de quienes hacen las reglas. Hay casos excepcionales de personas que logran romper la lógica y salta de una clase social a otra, pero las mayorías están determinadas por su origen, dado que acceden a las condiciones y experiencias de vida que les permite su dinero.


A quienes han nacido y se han criado en el ambiente explotado se les exige obediencia al sistema, sumisión al poder impuesto y a "mamarse" la desventaja. Que una señora deba hacer una cola por horas en la calle fuera de un consultorio para que un médico pueda ver a su hija enferma es violento, súper violento. Que un joven estudiante deba abandonar sus estudios porque su padre quedó cesante, es muy violento. Que luego de trabajar toda una vida, un abuelo reciba $80.000 mensuales es violento. Las grandes mayorías sufren todos los días la violencia económica y política de la clase dominante y se resienten. Se resienten con la sociedad y su estructura, obvio. Desde su nacimiento miles y miles de jóvenes han sido abandonados a la suerte de la competencia individualista, a la cultura televisiva basura, a la exclusión al acceso a la cultura y a la educación integral ¿Qué le deben al Estado, al país, a las "autoridades"? No les deben nada.


Cuando no hay participación colectiva en las tomas de decisiones, cuando las condiciones básicas para ser seres humanos civilizados y amorosos se mercantilizan, cuando se vive en un diseño que favorece a grupos minoritarios, se originará violencia como respuesta, porque con violencia hemos estado construyendo sociedad.


Debemos acabar con los privilegios estructurales, eliminar las diferencias en materia educativa y equilibrar el acceso a la cultura y a la negociación laboral si queremos un pueblo colectivo y no individualista. Necesitamos con urgencia cambiar las reglas que nos rigen con la máxima participación social, para que juntos acordemos cómo queremos que sea la economía, las relaciones de trabajo y los derechos sociales. Es la única forma de acabar con la escalada de violencia que estamos viviendo. Equidad y justica en la construcción de las reglas.


Si no entendemos que el capital sin el trabajo no sirve de nada, capital que en la gran mayoría de las ocasiones no se obtuvo gracias a la inteligencia y al trabajo, sino más bien mediante la fuerza y el saqueo (o por herencia), seguiremos poniendo el centro de la mirada como país en quiénes se quedan y acumulan la riqueza que generan los trabajadores. Los mismos que limitan la educación del pueblo a lo justo y necesario para que sea productivo y obediente. Pero como siempre hemos visto, la opresión y la violencia estructural tienen sus límites, la paciencia de los oprimidos.


¡ARRIBAN LOS QUE LUCHAN!

#AsambleaConstituyente



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