jueves, 19 de enero de 2017

¿ES EL "ADN POLÍTICO" UN ARGUMENTO O ES UNA EXCUSA PARA EXCLUIR?

Cuando se usa el concepto del -ADN- en política se extrapola una propiedad biológica a una acción social, como una cuestión irreversible que determinará irremediablemente todo lo que uno hará. Este -ADN- político serían los espacios donde uno se ha desarrollado en esta actividad, es decir nuestra historia política. Por ejemplo desde los 30 a los 32 años milité en el Partido Humanista, y ese sería mi -ADN- político. Esto para algunos "entendidos sobre política" tendría que determinar mi accionar a futuro, tallando en piedra de manera irreversible mi manera de pensar, mi espíritu y mis acciones. Me interesa reflexionar sobre este punto porque es una <estrategia fraseológica> (que no tiene sustancia reflexiva argumentativa) que pareciera decir algo serio, sin serlo y lo que es peor, podría ser usado como seudo-argumento para hacer la discriminación entre unos y otros, que en activistas políticos incapacitados de hacer distinciones, siempre la cosa es; entre los bueno y los malos. Esta analogía entre nuestros genes biológicos y nuestra historia personal de acción política tiene un mal uso, que de seguro se hace por ignorancia o falta de profundización sobre las ambas materias, explico por qué. Primero habrá que decir que el ADN biológico no expresa una igualdad a los padres, sino todo lo contrario, construye individuos absolutamente diferentes a los padres, segundo, es el ambiente quién determin las expresiones de los genes (el fenotipo del individuo) y tercero, los genes mutan con el paso del tiempo por acción de agentes externo y también de manera espontánea. Entonces, si usamos el ADN como ejemplo en política, éste no sirve como medio para expresar, con intencionalidad política claro está, de que nuestra historia determinará irreversible nuestro futuro como persona humana. Primero porque tanto como en el ADN y en nuestra formación política, uno no es idéntico a sus padres, sino una mezcla de lo que nos forma que, en segundo lugar, se expresarán según el ambiente que haya, pues los genes y la acción política se adecuan al medio en que están inserto ¡y que bueno que sea así! porque es una característica de plasticidad adaptativa que nos mantendrán vivos ante los cambios del entorno. Por último, al igual que nuestro material genético, el "material histórico" no se mantiene idéntico siempre, sino todo lo contrario, va cambiando por la acción de agentes externos que provocan una nueva diversidad, siendo ésto otra muestra de la plasticidad de nuestra carga biológica o histórica en este caso. La gran arquitectura en el diseño del ser humano nos da la posibilidad hermosa de cambiar de opinión, de adaptarnos al medio que nunca es el mismo y a expresarnos según las necesidades del presente. Así pues, cuando uno escucha mal intencionados o brutalmente irreflexivos determinismos históricos tiene uno que detenerse a pensar reflexivamente, y utilizar las virtudes de la democracia como cedazo, para poder descubrir, hermenéuticamente, cuál es la intención de fondo. Porque díganme que no es un mal argumento para hacer discriminación política el cuestionar los espacios en los que uno se ha desenvuelto (el ADN político) como elemento de discriminación. No es la corrupción, no es sobre el proceder ideológico en manifestaciones, luchas o leyes, no es que uno sea parte de esa oligarquía antidemocrática, no es nada de aquello, es discriminar por el lugar desde dónde se han dado las luchas en un momento histórico. Esto no es una argumentación seria, es una mala excusa que con mucho sofismo puede parecer un gran argumento para poder decirle a alguien que no puede estar a nuestro lado. Entonces, cuando estamos presentes frente a un mal argumento que se usa como gran argumento tenemos una tarea que hacer, lograr identificar qué es lo que hay detrás de la cortina de humo argumentativa. Considero que es importante, para el momento político que vivimos, que vayamos a la argumentación seria y evitemos la fraseología sofista, porque hay urgencias en nuestra democracia que no demandan simplezas, sino complejas reflexiones. Llevemos la discusión al plano programático, al plano de las ideas y de lo que hemos hecho para defender y llevar valores éticos a la realidad social. Personalmente no me pierdo en la simpleza irresponsable de las generalizaciones y menos en los gustos personales, necesitamos ir más allá, superar el -dónde vienes- y pasar al -qué has hecho-, porque no vaya a ser cosa, que alguno en un espacio no ideal haya hecho mucho, y otros en lo que sería algún edén político, hayan logrado poco o nada. Es por ello que nada mejor que las reglas de la democracia para definir los roles de cada uno en un proceso. Si queremos que alguien no sea más poderoso que uno, deberemos construir democráticamente y vencer, evitando con ello caer en lo que muchos repudiamos de la política corrupta, la distribución del poder por secretaría.


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