domingo, 20 de enero de 2013

Cierre de mi Facebook.

Las redes sociales llaman al engaño, no por una intencionalidad propia en su diseño, o quizás sí. El asunto es que el "activismo virtual" y la "opinología política" de las masas con _intencionalidad social_ en las redes, crean una esfera ficticia de enfrentamiento de ideas y de opiniones en un espacio infértil, sin peso específico en el fortalecimiento del tejido social cuando éste no sobrepasa la dimensión de la red electrónica. Es innegable el rol articulador de las redes sociales para generar actividad sociopolítica, a medida que avanzan los medios de comunicación entre humanos, avanzan también su capacidad de unión, pero hay que tener cuidado pues estas mismas herramientas pueden ser usadas para dar calmantes a las efervecencias colectivas, cuando éstas depositan sus rabias en "muros" públicos y son recogidas en parte mediante la prensa para generar la sensación que la _opinión pública digital_ tiene cierto peso político sobre la clase dominante, un "se escucha a la gente". Este "people meter" de la opinión pública puede ser perfectamente manipulado, la movilización revolucionaria en Siria, no fue nada más y nada menos que una orquestación de la política de control hegemónico global de los EEUU sobre un pueblo que vivía una situación de inestabilidad interna. Twitter fue el medio por el cual la propaganda anti Gadafi tomó tenores de _ciudadanía movilizada_ y hoy viven en una situación de división interna como ha sido la historia de todos los países que han probado la larga mano de la política policial internacional del imperio norteamericano. En Chile la opinología virtual invade los muros de las redes, ignorantes exponen ideas incompletas y mal redactadas como opiniones de peso desde una postura sesgada y llena de creencias. Hoy todo el mundo se atribuye una vitrina para exponer sus verdades, lo que antes necesitaba filtros editoriales, de credibilidad y de triunfo dentro de la intelectualidad hoy tiene libertad máxima para recorrer espacios de debate sin que nadie pueda medir la consistencia verídica y de contenido de aquellos comentarios. Quizás algunos interpreten que presento una inclinación a la opinión de las élites por sobre la opinión de las masas, y bueno, cuando la masa es manipulable e influenciable por la clase dominante, su expresión mediantes las redes sociales no hace más que afirmar la intención de opinión del poder hegemónico. El porcentaje de personas que traspasa la barrera del "me gusta" y del comentario crítico en un muro virtual, a una acción real, en el mundo real, es menor, son ciudadanos _traza_, una minoría que parece fundamentalista más que activistas políticos pues pasar del teclado a la calle aún es propio de bolcheviques y terroristas. La comodidad del comentarista virtual, del político ciudadano de Facebook, lleno de soluciones para el mundo es innegable, desde una plataforma cómoda y segura, se critica o se defiende al sistema, se dan instrucciones a los políticos que abren sus muros para _escuchar al pueblo_, de la misma manera que todos somos directores técnicos frente a la pantalla del televisor cuando juega "la roja". Mi experiencia es que las mayorías descansan en estos espacios donde se habla de todo pero no se soluciona nada. El sistema ha sabido transformar una herramienta con un potencial desestabilizador, a una con un poder estabilizador, donde el descontento se encierra en redes virtuales pero no en la vida cotidiana y social de la población. El Facebook permite articular algunos grupos humanos, no cabe duda, pero permite con más potencia la sustentabilidad del _sentido común_, que siempre es una manifestación del peso de la cultura dominante. Es por ello que se llama así. Es importante darle a las redes sociales el peso real que se merecen, pues es claro que permiten transmitir ideas de lucha política, pero éstas deben llegar a la calle, a las poblaciones y no solo provocar un "me gusta" para que alguien mediante ese gesto sienta que ha generado un lazo de solidaridad y apoyo a quien trabaja por una causa social. Personalmente creo que he sido culpable de promover el activismo virtual por sobre el activismo callejero y poblacional. Cada vez que escribo algo y espero respuestas y apoyos digitales, he perdido tiempo real con personas que ya están dando batalla en las trincheras de lo concreto. He perdido tiempo leyendo apoyos que nunca llegan a nada y he descansado en las redes para dejar testimonios que deberían ser transmitidos en un medio de comunicación concreto o en una junta de vecinos. He decidido reducir mi activismo virtual y trabajar más en la calle con la poca gente coherente que conozco, con aquella que pasa del apoyo virtual al apoyo concreto, que sacrifica su comodidad por ayudar a otros a vivir de mejor manera, con los que no esperan a que otro haga las cosas, con los que no fallan, con las y los responsables con sus compromisos, con los que hacen de sus discursos ideológicos un mandato de su propia vida. Nos vemos en la calle.

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