domingo, 12 de julio de 2015

El éxito del fracaso de la odontología.



Los cambios en la dieta del ser humano, producto de la masificación de la comida industrial rica en hidratos de carbonos y, la falta de educación sanitaria constante y cuantificable por parte del Estado y de los propios dentistas, ha llevado a que suframos de una epidemia histórica de caries dentales que provoca pérdida de las piezas en el corto y mediano plazo. Si le sumamos a esto las enfermedades periodontales (de los tejidos que sujetan el diente al hueso), es casi un hecho que a viejo se llega con pocos dientes y con prótesis.

La profesión odontológica, presa también de la lógica de mercado, ha tenido enormes avances pero en una sola dirección, la de reparar los daños y reponer las piezas faltantes. Hacen nata los rentables cursos y postgrados para colocar implantes dentarios, la rehabilitación (es decir, el reparar los daños) genera mucho dinero y con ello hace crecer una industria académica que en nada resolverá los problemas dentales de la población, excepto para el 10 % más adinerado que puede pagar o endeudarse para recuperar lo que perdió. No faltará aquel dentista que proponga que todo Chile debería poder colocarse implantes gracias a la subvención del Estado, como si esa fuese la solución más inteligente para la salud de los Chilenos. Eso sería como decir que para solucionar la morbilidad (cantidad de casos) de enfermedades coronarias, necesitamos más cardiólogos para hacer más y mejores bypass.

No es una crítica a los implantes y menos a los que son expertos en ello, bien, nada mejor que poder recuperar un diente o molar perdido, pero acá quiero hablar de SALUD y no de enfermedad. Porque los dentistas somos expertos en enfermedades y en el cómo reparar sus daños, pero somos completamente incompetentes en proponer, levantar y sostener un hábito profesional, tanto en la clínica como en las esferas políticas, de promoción y educación hacia la autonomía de hábitos sanitarios, requisito base para que exista éxito y eficiencia de recursos en los planes de salud.

La gran mayoría de las caries y de las enfermedades periodontales se pueden evitar con simples hábitos sanitarios y con económicas acciones dentales de prevención y de intervención temprana en el inicio de las patologías. El punto clave, el más delicado de todo afán sanitario, es la capacidad del mismo paciente de sostener su salud en el día a día. No pasa la mejora sanitaria odontológica por el dentista ni su habilidad para atornillar pernos de titanio en los huesos, sino por la información de autocuidado y los hábitos que desarrolla el paciente para cuidarse. Ahí está el origen del éxito de toda política pública sanitaria.

La crisis de consciencia social que inunda a la profesión dental es profunda. En la formación del profesional los ramos de salud pública, de educación y promoción de la salud no cuentan con un estatus elevado, son menospreciados tanto por los colegas como por los mismos estudiantes. El énfasis en nuestra formación (por más que los folletos y los decanos digan todo lo contrario en sus charlas) está en la reparación de los daños y en lo que genera más dinero para el bolsillo del profesional. Revisen cuántos postgrados de salud pública odontológica hay en Chile y cuántos hay sobre rehabilitación, y revisen los ingresos económicos entre quienes intentan que la gente no se enferme y quiénes tratan la enfermedad. Realmente estamos dentro de una lógica poco inteligente si pensamos en el bien general de todas y todos.

La energía intelectual del desarrollo de la odontología se ha montado sobre el espíritu de la reparación de daños, en vez de hacerla sobre la inteligente opción de apuntar a la educación sanitaria social y a planes nacionales de prevención y control. Cada vez que alguien se coloca un implante o se hace una prótesis, debemos tener consciencia que estamos frente a un caso en que la odontología fracasó. El desafío está en generar una fuerza de ideas encarnadas en odontólogos que entiendan que nuestra profesión es un beneficio para la sociedad y como tal, debemos buscar las maneras más económicas y eficaces para que la salud dental y general de las personas se mantengan así por el máximo de tiempo posible.

Mientras sigamos impulsando y defendiendo una odontología de mercado (lo principal es la rentabilidad del negocio, luego el resto de las cosas), no podremos salir del zapato chino en el que está hoy la profesión pues está demostrado que en los países donde aumentan el número de dentistas sin planificación sanitaria, no mejora cobertura en atención, no mejora la calidad de la atención, y lo que es peor, la gente no deja de perder sus dientes por la caries o por la enfermedad periodontal.

¿Qué estás dispuesto a hacer para cambiar esto?

Francisco Córdova Echeverría
Odontólogo
(fracordova@gmail.com)
Súmate al COLECTIVO DE ODONTOLOGÍA CRÍTICA


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